martes, 28 de agosto de 2012

A inicios del año, la ANIBIPA promovió un concurso entre los bibliotecarios y archivistas, llamada "Mi experiencia bibliotecaria", aquí les dejamos el escrito que ganó el segundo lugar en el concurso.



Mi profesión de bibliotecaria
Yadira Roque Altamirano
Lic. en Bibliotecología


El gusto por los libros creo que lo tengo desde pequeña,  y digo yo: a lo mejor esas cosas se heredan, mi  papa, un administrador de finca, allá por mi pueblo, le decíamos “mandador de finca” apenas habría cursado tercer grado de primaria, pero le encantaba leer,  y mi mama, igual, se tenían una caja de libros en donde encontrábamos títulos como : El conde de Montecristo,  Ivahoe,  El Ruiseñor y la Rosa y otros cuentos,  este de Oscar Wilde, me lo leí varias veces, igualmente me encontraba, por ahí una que otra novelita vaquera, y también me la leía.

Pero mi  labor como bibliotecaria nació en 1979, cuando fui llamada a ser la bibliotecaria del Instituto Nacional de Segovia “Leonardo Matute”,  por supuesto sin ningún conocimiento sobre técnicas bibliotecarias y recién salidita del horno, como bachiller en ciencias y letras del mismo Instituto y con muchas ganas de trabajar.

Ese mismo año, recibí como oyente el Primer curso para bibliotecarios “Carlos Fonseca Amador”,  considero que los maestros de ese curso, fueron los que sembraron la semillita para que yo le profesara tanto amor y cariño a esta profesión.

Pues, luego de un mes de enseñanzas bibliotecarias, regresé con un entusiasmo sin límites!! Catalogando, clasificando y hasta elaborando manualmente mis fichitas bibliográficas, manualmente digo, porque las hacía de cartulina, (según el tamaño establecido) pero como no tenía ni máquina de escribir, pues las hacia manuscritas, que tal?.  Pero yo hice mi primer catálogo!!.

En el transcurso del tiempo, ya tenía bien ordenaditos los libros y atendiendo a los usuarios, que eran los profesores y alumnos del Instituto.  Vino la Campaña de la Alfabetización y me sumé a esa experiencia, pero estando en las montañas de Murra, en la comunidad de San Pablo, me llaman para participar en el Cuarto Curso de Perfeccionamiento de Bibliotecarios Escolares Centroamericanos a  realizarse en Heredia, Costa Rica, así que bajo de la montaña y me preparo para viajar.

Otra magnífica experiencia, en el primer día de clase, una de las profesoras nos manda a leer una novela de Corin Tellado, fascinada yo, porque me encantaban las novelas de Corin Tellado, (no crean de vez en cuando si me encuentro alguna, me la leo), ah, y el día siguiente teníamos que contarla, bueno la conclusión del asunto, fue que los bibliotecarios debemos estar prestos a leer toda clase de documentación. Y ríanse, cuando regresé, después de tres meses de estudio,  lo primero que hice fue traer de mi casa, los paquines, (se acuerdan,  por los menos los que ya estamos pasaditos de los cuarenta, seguro se acuerdan) revistas, con toda la buena intención de atraer usuarios a la biblioteca, y vaya que lo conseguí, porque por los menos un grupito de muchachos, que no llegaban a la biblioteca más que para hacer alguna tarea, me preguntaban que si tenía algo divertido para leer.

No crean, que ahí quedó la cosa, regresando del vecino país y con más elementos, ya me metía (aunque muy tímidamente, ya que lo de oradora, no se me da mucho),  en las aulas de clase a hablarles de la importancia de la biblioteca. Para ese entonces, el Ministerio de Educación a través de la Dirección General de Bibliotecas, implementa las cajas viajeras, traté de llevar a cabo esa tarea, pero no me dio resultado, se me perdieron muchos de los libros.

Aquí, les cuento una anécdota, el profesor de Español, que cariñosamente le llamábamos “Chaván”, q.e.p.d., me mandaba a decir con algún alumno, “Yadira mandame el libro del Lazarillo de Tormes”, resulta que el libro era un libro de literatura que en la portada tenia al Lazarillo de Tormes, entonces, yo ya sabía, de que me hablaban, cuando me decían eso.  Bueno, pues un día se me aparece toda una sección de estudiantes de segundo año,  y lo primero que me dicen es: “présteme el libro de Lazarillo de Tormes” y yo extrañada por dicha solicitud, pues sabía que ese libro lo leían en cuarto o quinto año, pero no ahondé mas en el asunto y como tenía como 10 ejemplares de esa novela, empiezo a repartirles.  Pasado 5 minutos, vienen con ellos de regreso y me dicen: no encontramos nada, y les preguntó: qué buscan, pues?  Y me responden: “La Sonatina de Ruben Darío”.  Experiencia: bibliotecario  siempre ahonda mas en el tema que los usuarios buscan, preguntemos mas, para entregarles la información que realmente necesitan.

Laboré cuatro años como bibliotecaria escolar, y a finales de 1983 me trasladé a vivir a Managua y trabajando como secretaria, ahh, pero en un Centro de Documentación. En el Centro de Documentación del Instituto Nicaragüense de Energía, el CEDOC, tenía su sigla (CIDINE). Y es llegando, mi jefa, me dice: Yadira tenés que estudiar bibliotecología. Le digo yo: pero si ya pasaron los exámenes de admisión? Y me responde: Vos, entrá que como es una carrera nueva hay oportunidad y ahí estaba yo, matriculándome, (en ese tiempo no sé ahora) se ponían tres opciones, para ver en cuál de las tres lo ubicaban a uno.  Y que creen, yo puse en las tres opciones: Bibliotecología, así que en 1984, yo inicio mis clases de bibliotecología en la Universidad Centroamericana.

Que puedo decir, encantada, pues trabajaba en el campo bibliotecológico y estudiando la carrera. Acá en secreto, no cambio la experiencia como bibliotecaria escolar, porque la labor es bastante distinta.

Así que, trabajando en el CEDOC, concluí mis estudios de Bibliotecología y claro, ya no era secretaria, me ascendieron a Analista Documental y luego a Responsable del Centro de Documentación, creo que como en cualquier unidad de información de este tipo, tenemos tiempos buenos y tiempos malos, dependiendo de quién sea el superior inmediato, porque en un tiempo tuvo un jefe que me apoyaba mucho, en la adquisiciones de publicaciones y en la capacitación, luego hubieron otros, que yo creo, que deseaban cerrar el Centro.  Pero bueno, en este quehacer tuve mis bonitas anécdotas y un gran aprendizaje.

Aquí les cuento una: en el acervo bibliográfico tenía un libro proyectos de desarrollo, el libro era color naranja, tenía un asiduo usuario de ese libro, éste le contó a otro que estaba ese libro en el centro y que era muy bueno, pues vino aquel, a decirme que le prestará el libro anaranjado que le prestaba al fulano de tal, por Dios!!!!.  Y yo que ya sabía cuál era el libro, pero le respondí: hombré  acá tengo un montón de libros con pasta anaranjada, cuál será? Y que me dice: dejame buscarlo. Con gusto, le dije, y que se pasó como media hora buscando el famoso libro.  Y seguro ustedes me dirán: ¡Que mala bibliotecaria!. Porque lo dejé ir sin la información, pero es que no concibo que alguien siendo profesional, me salga pidiendo un libro anaranjado.  Bueno, pues,   al día siguiente lo llamé y le presté el famoso libro.

La atención a los usuarios es la parte que más me ha gustado del servicio bibliotecario, uno siente una gran satisfacción cuando ves salir usuarios contentos con la información que le facilitaste. Además, que siempre  digo, ser bibliotecario no es para cualquiera, porque tenemos que tener paciencia, amor.…. para atender a los usuarios con una sonrisa de oreja a oreja, para asegurarnos que va a regresar otra vez para solicitarnos alguna información.  Aparte que hay unos que nos sacan la “piedra”. Recuerdo que una vez me llegó uno, que creo que lo hacía para probarme, y al final me decía:  está enojada verdad? Y yo, con todas las ganas de tirarle el documento en la cabeza, pero sonreía, y contestaba, no muchacho, es que me duele la cabeza,  y no tengo la información que me pedís, pero si regresas mañana yo te la consigo.  Valiente, verdad? Todavía con ganas de que regresara.

También hice algunas actividades bonitas, don Melvin Wallace, sugirió a la Asociación de Bibliotecarios que implementara  una campaña, donde se podíamos prestar libros a los vecinos, a los amigos, o a quien quisiera leer y que le llamaran “Préstame tu libro”, pues cuando nos plantearon la idea, me pareció excelente y la puse en práctica entre los trabajadores de la empresa donde laboraba, me llevé una cantidad de libros de literatura de mi casa, principalmente novelas y cada mes que enviaba una alerta bibliográfica, dando a conocer los títulos de los libros.   Me funcionó, muchos  de estos libros circularon. Y cuando me vi fue como parte de un pequeño Club de lectoras, cada quince días aportábamos una cantidad de dinero, compraba un libro y luego lo hacíamos circular.

El trabajo de la Asociación me dio la oportunidad de acercarme a la Red de Centros de Documentación de la Mujer y la Niñez  (RECIMUNI). Ustedes dirán que hacía una bibliotecaria dedicada a la información eléctrica, metida en una red de información sobre mujer y niñez, pero  ahí me quedé por algún tiempo, aprendiendo del trabajo de las redes, el aprendizaje es único, cuando cada quien expone su experiencia y todo lo que nos es útil, pues a ponerlo en práctica, el compartir mediante actividades de capacitación, de recreación.

No puedo dejar pasar la oportunidad  de mencionar a excelentes profesionales de este campo que tengo la dicha de conocer y que siempre trato de poner en práctica sus consejos e ideas: Conny Méndez, Rosargentina Aguilar, Mario Arce q.e.p.d., un incansable luchador por querer escribir sobre la bibliotecología nicaragüense, siempre que me pedía una información y se la facilitaba, me decía “mi ángel bibliotecario” vieran que orgullosa me sentía.

Finalmente, considero que los bibliotecarios ofrecemos un servicio social, porque difundimos la cultura, tratamos de ponerla al alcance de las manos de estudiantes, profesionales y de aquellos que les gusta leer, debemos realizar nuestra tarea con verdadera vocación, debemos estar claros que esta profesión es para servir y servir con entusiasmo, con actitud, con habilidad para atender a los usuarios que nos buscan para  que les proveamos de información,  debemos aprender cada día para ofrecer un servicio de calidad.  El quehacer bibliotecario es una actividad que si le tenemos amor a esta profesión nos deja ricas experiencias y grandes sabores.  Los bibliotecarios debemos estar claros de qué significa ser bibliotecario,  y amar esta profesión, ya que nadie siente aprecio o estimación por lo que se ignora.

1 comentario:

  1. Amiga Yadira realmente no había tenido tiempo de leer tu experiencia bibliotecaria pero sinceramente me encantó, a mi me consta lo del préstamo de los libros, he sido una de tu usuaria de tus libros, solo recuerdo cuando llegue a tu casa con mi hija y yo llenando el control de los libros que me estabas prestando, mi hija gozo con ese episodio, pero realmente uno tiene que amar esta profesion. Felicitaciones.

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